Andorra y España también tienen su ración de historias de Grandes Vueltas. Fue en el principado, en la Vuelta de 2015, donde se celebró la denominada ‘etapa de Gran Vuelta más dura de todos los tiempos’. Con unos 5.000 metos de desnivel acumulado en tan sólo 138km, la etapa andorrana torturó a los corredores y tentó a los aficionados con sus pendientes de dos dígitos e interminables subidas y bajadas, con un emocionante final en alto ganado por Mikel Landa del Astana.
Sin embargo, es justo decir que la Vuelta pone menos énfasis en los Pirineos del que pone el Tour. Pero la Volta a Catalunya, a menudo, tiene finales en alto como la estación de esquí de Vallter a 2.200 metros de altitud y carreteras como las del Coll de la Creueta, una subida de 20,5 kilómetros al 4% cerca de Girona.
La Vuelta Ciclista al País Vasco, por su parte, a menudo se adentra en las montañas interiores desde San Sebastián y su paso por los Pirineos fue inmortalizado por Ernest Hemingway en su primera novela Fiesta: El sol también se levanta. ‘Las carreras ciclistas eran el único deporte del mundo,’ escribió. Ciertamente, ya estés viendo una carrera o pedaleando con tu bici en los Pirineos, esa frase no parece tan fuera de lugar. Ven y haz una visita, verás qué quiere decir.