“Quizás sea nórdico, pero no se parece en nada a mi tierra.”
“Como podrías imaginarte, el agua está congelada. Pero no es insoportable. Es más molesto tener que quitarte los zapatos cada vez, y quitarte esa arena negra de los pies.”
Después de dos días de caminos asfaltados y vientos de costado, los ciclistas giraron hacia el norte. El objetivo es Laugafell, un lugar remoto en las laderas de la montaña de mismo nombre - un oasis en un desierto de arena negra. Sprengisandsleið es un atractivo para los vehículos de cuatro ruedas, pero hay serias advertencias. No hay servicios en más de 200 kilómetros. Hay múltiples cruces de ríos glaciales. No se recomienda cruzarlos en solitario sin tener la habilidad de “leer el agua”. En bici es un asunto diferente.
Hay un curioso paralelismo en atravesar el altiplano en bici, cuatro ciclistas con la energía de su propio vapor, en un país que produce toda su electricidad del vapor. La ventaja más obvia de una actividad geotérmica tan abundante para viajeros en bici son las aguas termales que se encuentran por todo el país.
“Laugafell fue un sueño hecho realidad. Apareció a lo lejos como una alucinación, una piscina imaginaria de agua en el desierto.”
“La mañana siguiente bajamos de la montaña y fuimos a tope hasta Akureryri. Llegamos justo para subir al autobús después de un intenso esfuerzo en equipo de 55km.”
“Así que eso era algo especial. Complicado pero tranquilo... de algún modo.”